Dormir bien retrasa el envejecimiento de las células
¿Sabías que dormir bien y asegurar un descanso óptimo diario puede tener mejores efectos que cualquier crema antiedad? Así es cómo afecta el descanso a nuestro envejecimiento.
Un descanso que no siempre es compatible con el ritmo de vida actual, con los intensos horarios laborales, nuestras obligaciones familiares, relaciones sociales o con el estrés diario, entre otros, pero cuyos efectos pueden ser claves para retrasar el envejecimiento.
Y es que la calidad de sueño y descanso afecta de igual manera a nuestra productividad y calidad de vida, como a nuestra salud física y mental, así como al envejecimiento.
De tal forma que dormir bien y con un descanso óptimo puede tener incluso mejores efectos que cualquier crema o tratamiento antiedad, mientras que dormir poco y mal, no sólo acelera el envejecimiento, sino que también puede acabar aumentando el riesgo de sufrir obesidad, diabetes, enfermedades del corazón y cardiovasculares o incluso dificultar la lucha contra enfermedades infecciosas.
Las ventajas del buen descanso
Aunque existen muchos mitos y verdades en torno al buen descanso, lo cierto es que varios estudios e investigaciones han demostrado que dormir mal a la larga puede acabar traduciéndose en problemas con nuestras funciones inmunes, endocrinas, de aprendizaje y memoria, en nuestro bienestar emocional, en nuestro rendimiento y cansancio, en la rapidez de reacción, a la vez que en el aumento de la irritabilidad, ansiedad o incluso depresión.
Por el contrario, dormir bien, además de un gran placer, ayuda a incrementar nuestra creatividad, fortalece nuestro sistema inmunitario, mejora la memoria, protege a nuestro corazón de sufrir problemas cardíacos, a la vez que nos ayuda a ser más felices y emocionalmente más fuertes, gracias a la producción de melanina y serotonina.
En definitiva, mientras dormimos en nuestro cuerpo se dan un sinfín de procesos reparadores que mejoran nuestra memoria y aprendizaje, fortaleciendo a su vez las defensas, disminuyendo la tensión arterial y relajando nuestros músculos y articulaciones, pero también retrasando nuestro envejecimiento.
¿Por qué un buen descanso retrasa el envejecimiento?
¿Sabías que la piel es capaz de repararse por sí misma mientras duermes? Durante el descanso nocturno nuestras células son capaces de regenerarse gracias, entre otras cosas, a que durante toda la vida nuestro organismo sigue fabricando la hormona del crecimiento.
Y aunque llegado a una edad nuestra altura no varíe, esta hormona es la que se encarga también de la regeneración del tejido tisular durante la fase de sueño profundo. De ahí que si no dormimos lo suficiente, no estaremos dando tiempo a nuestro organismo a regenerarse y aceleraremos por lo tanto su envejecimiento.
«Mientras dormimos, nuestro organismo también es capaz de eliminar toxinas y las hormonas bajan su nivel de estrés».
Dr. Mario Sandoval, Director Médico H&TLab Chile
Además, el descanso promueve que nuestros músculos faciales se relajen reduciendo la aparición de arrugas y evitando que se puedan acentuar los signos del envejecimiento, mientras que la falta de sueño puede provocar que la piel sea cada vez menos capaz de reducir los niveles del cortisol (la hormona responsable del estrés), pudiendo favorecer la aparición de bolsas y ojeras, así como también de un cutis enrojecido y apagado.
En el caso de las ojeras, estas son uno de los signos más evidentes de un mal descanso, ya que esta zona es especialmente sensible a la falta de sueño, la piel es más fina y si no la oxigenamos con un buen descanso tenderá a volverse azulada y a perder elasticidad, añadiendo años al rostro.
Esta es una de las principales razones por las que cualquier tratamiento antiedad debe ir siempre complementado con un régimen óptimo de sueño para poder ver realmente sus efectos y disfrutar de un aspecto más joven y saludable.
Un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 podría mejorar la calidad del sueño
Estudio realizado en el Reino Unido sugiere que los altos niveles sanguíneos de omega-3, EPA y DHA parecen estar asociados con una menor resistencia a acostarse y menor perturbación total del sueño.
Los investigadores indicaron que ya desde hace tiempo se conoce que varios de los compuestos sintetizados en el organismo a partir de los ácidos grasos de tipo omega-3 desempeñan un papel fundamental en la regulación del sueño. Por ejemplo, bajos niveles de DHA –el principal ácido graso del tipo omega-3 encontrado en el cerebro- se han asociado con bajos niveles de melatonina, una hormona que interviene en la regulación del ciclo sueño-vigilia.
Estudios anteriores han mostrado que los niveles sanguíneos de DHA en la población infantil entre 7 y 9 años son, en general, alarmantemente bajos y esto podría estar directamente relacionado con los problemas de comportamiento y aprendizaje, probablemente causados por la falta de sueño.
Fuente: Nutri Facts
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